Lluvias torrenciales azotan Beijing y otras provincias del norte de China, con saldo fatal y desbordes que arrasan caminos, hogares y dejan pueblos sin luz.
Beijing está atravesando uno de los peores episodios climáticos del año: al menos 30 personas murieron y más de 80.000 fueron evacuadas debido a lluvias torrenciales que golpean con fuerza la capital y otras regiones del norte de China. La cifra oficial fue confirmada por la agencia estatal Xinhua, en un reporte que describe una emergencia cada vez más compleja.
El desastre no se limita a Beijing. Las tormentas también están afectando a Hebei, Jilin y Shandong, donde ya se reportaron muertes, deslizamientos de tierra y miles de personas incomunicadas. Varias provincias se encuentran en alerta naranja, la segunda más alta del sistema meteorológico chino, y se espera que las lluvias continúen al menos hasta el miércoles.
La situación es crítica. En el distrito de Miyun, ubicado al noreste del centro de Beijing, se registró el mayor número de víctimas fatales. Le siguen Huairou y Fangshan, donde el agua ha arrastrado vehículos, interrumpido caminos y provocado cortes de energía que afectan a más de 130 aldeas.
El presidente Xi Jinping pidió a los gobiernos locales actuar de inmediato, prepararse para «el peor escenario posible» y acelerar la evacuación de quienes viven en zonas de riesgo. La medida no es exagerada: en lugares como Mujiayu, un embalse desbordado liberó un torrente que arrastró cables eléctricos y generó fuertes corrientes de lodo.
Rescatistas y militares trabajan contrarreloj. Periodistas de AFP fueron testigos de operativos con excavadoras y vehículos especiales para salvar vidas. En un hogar para adultos mayores, los bomberos rescataron a 48 personas atrapadas por la crecida del agua, según informó la cadena CCTV.
El gobierno nacional anunció la asignación de 350 millones de yuanes (unos 49 millones de dólares) para tareas de emergencia en nueve regiones, entre ellas Beijing, Tianjin, Hebei y Mongolia Interior. Además, se destinaron 200 millones de yuanes extra exclusivamente para la capital.
Pero no todas las noticias son solo cifras. En Hebei, una aldea cercana a Chengde fue escenario de un deslizamiento de tierra que dejó cuatro muertos y ocho personas desaparecidas. Allí, la alerta se mantiene en su nivel máximo y las autoridades temen nuevas inundaciones repentinas.
Este tipo de desastres no es nuevo para China. En 2024, lluvias extremas dejaron más de 80 muertos, principalmente en el norte del país. En Hebei, se cuestionaron decisiones gubernamentales que habrían desviado el agua para proteger a Beijing, provocando un impacto devastador en áreas rurales.
El cambio climático se cuela en cada línea. Mientras sufre inundaciones al norte, otras regiones chinas padecen olas de calor extremo. El país es el mayor emisor global de gases de efecto invernadero, pero también lidera la carrera por las energías renovables, con la meta de ser carbono neutral para 2060.
En Shandong, dos personas murieron y diez están desaparecidas tras nuevas lluvias. Y en Sichuan, otro deslizamiento de tierra arrastró autos en una ruta y dejó cinco víctimas fatales. El patrón se repite, se expande y golpea cada vez más fuerte.