La ciudad de La Punta ha sido reconocida por sus esfuerzos pioneros en la lucha contra el dengue, implementando un ambicioso plan de descacharrado, charlas informativas en instituciones educativas, promoción en medios de comunicación y un avanzado sistema informático que permite a los vecinos realizar sus reclamos de manera directa. Este plan, en teoría, muestra una voluntad política clara de combatir la propagación del mosquito Aedes aegypti y proteger la salud pública. Sin embargo, la realidad diaria de los vecinos del Módulo 8 cuenta una historia diferente.
Desde hace meses, en la esquina de las calles 4 Oeste y 13, un pozo abierto sin tapa se ha convertido en una fuente constante de preocupación para la comunidad. No sólo está lleno de agua estancada y suciedad, sino que también se ha transformado en un criadero de mosquitos. Es irónico que, mientras la ciudad se posiciona como un modelo de prevención del dengue, se permita la existencia de un foco de infección en plena vía pública. Los vecinos han utilizado el sistema del “Portal del Vecino” para denunciar este problema, pero sus reclamos parecen caer en oídos sordos.
Esta contradicción entre el discurso y la acción revela una de las mayores falencias de la gestión pública: la falta de respuesta oportuna y efectiva ante problemas cotidianos. Es fácil hablar de planes, proyectar imágenes de responsabilidad y acción, pero lo que realmente marca la diferencia en la vida de los ciudadanos es la capacidad de resolver los problemas en tiempo y forma.
El pozo en cuestión no solo representa una molestia estética, sino una amenaza latente para la salud pública. La acumulación de agua estancada y el crecimiento de la población de mosquitos son advertencias claras de lo que podría convertirse en un brote de dengue si no se actúa a tiempo. ¿Qué espera el gobierno local para tomar cartas en el asunto? ¿Será que se está a la espera de que el gobierno provincial, o incluso el Ministerio de Salud, intervengan para remediar una situación que es competencia directa de la administración municipal?
Lo más preocupante es que esta indiferencia ante un problema tan evidente refleja una tendencia a evitar la responsabilidad. Si el foco de infección se transforma en un problema mayor, como ya se ha visto en otras ciudades del país, es probable que los funcionarios locales se apresuren a señalar con el dedo a otros actores. Pero, ¿acaso no es el gobierno local el encargado de velar por el bienestar de sus vecinos? ¿No es responsabilidad de las autoridades municipales ofrecer soluciones preventivas antes de que los problemas escalen?
El sistema de atención al vecino, con todas sus herramientas digitales, es inútil si no se utiliza para resolver los problemas. Los vecinos han cumplido su parte: han denunciado, se han preocupado, han exigido. Ahora le toca a las autoridades actuar con celeridad y responsabilidad. Porque, en este momento, mientras el pozo sigue abierto, los mosquitos continúan reproduciéndose y la salud de la comunidad está en riesgo.
Esperar a que las “papas se quemen” para luego mover funcionarios o culpar a otras instancias de gobierno no es una estrategia de gestión. Es simplemente negligencia. Ha llegado la hora de que las autoridades de La Punta demuestren que sus palabras no son solo promesas vacías, sino compromisos reales con la salud y la seguridad de sus ciudadanos.
Natalia Ciliento
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