23 Jun 2025, Lun

Lo mataron en su primer día de trabajo y todo quedó filmado: el crimen de un repartidor llega a juicio

El mediodía del 27 de julio de 2020, Fernando Marino (28) intentaba divisar un domicilio donde debía dejar un paquete. Manejaba a muy baja velocidad por Italia al 900, en Adrogué, con la camioneta que días antes su papá le había cedido para que pudiera trabajar. Era su primer día como repartidor. No vio venir a una pareja de motochorros que se le puso al lado y, sin mediar palabra, le disparó.

A Fernando lo mataron sin robarle nada, y su caso resonó por tres motivos esenciales: porque ocurrió durante la primera fase de la pandemia, en un contexto de restricciones y falta de empleo; porque su agonía quedó filmada y recorrió todos los medios; y -principalmente- porque la víctima fue un muchacho joven, que intentaba salir adelante en medio de la incertidumbre que reinaba en aquel momento.

Desde este martes, y durante cuatro audiencias, Mauro Sebastián García (25 años en el momento del hecho) y Johanna Anabella Quevedo (29) serán juzgados por homicidio calificado criminis causae (ocurre cuando se comete un crimen en un intento de tapar otro delito), robo calificado por el empleo de arma de fuego y tenencia ilegal de arma de guerra”. Fueron arrestados dos días después y, desde entonces, están en prisión.

La estremecedora secuencia del crimen

“Recién pude ver el video del crimen este mes, y no lo pude ver todo. Lo hice por la cercanía del juicio y porque manejo las redes sociales que reclaman justicia por Fernando. Casi que lo vi sin querer y no puedo manejar el dolor que sintió mi hijo. No puedo con eso. Hubiese querido estar ahí, correr y levantarlo con mis propias manos, llevarlo yo misma al hospital”, cuenta Mirta Cortés, mamá de la víctima, a TN.

La bala que lo mató ingresó por la axila izquierda de Fernando. Sus últimos minutos de vida fueron registrados por las cámaras de seguridad de una vivienda de la cuadra. La secuencia se inicia justo después del disparo, cuando el joven se arroja de la camioneta, que sigue en movimiento y con la puerta abierta hasta que sale de cuadro e impacta contra un coche estacionado.

Marino primero se arrodilla sobre el asfalto. Enseguida se sienta, junta los brazos como sosteniéndose las axilas y se inclina sobre sí mismo. Algunos autos pasan por al lado suyo y él los mira como si buscara ayuda, pero no tiene fuerzas para gritar.

Son instantes de desesperación, en los que la existencia de un joven se apaga sin que nadie pueda hacer algo para impedirlo. Poco después, la escena se llena de curiosos y policías. La ambulancia no llega nunca. A Fernando lo cargan en un patrullero y, ya desvanecido, lo trasladan al hospital Lucio Menéndez. Al llegar, ya no tiene signos vitales.

“Esto pasó entre las 12 y media y la 1 de la tarde. No me preguntes por qué, tal vez haya sido el instinto materno, pero a la 1 menos cuarto me dieron muchísimas ganas de llamarlo. No lo hice. Me acordé que él me había pedido que no lo hiciera, que era su primer día y que iba a tener mucho trabajo”, evoca Mirta.

Según los investigadores, Fernando no se resistió y le dispararon igual

Fernando era de Villa Domínico, Avellaneda, y se había mudado con Mayra, su novia, a Sarandí. “Ella me llamó desesperada a las 4 de la tarde. Estaba en shock y yo no entendía por qué. ‘Mataron a Fer’, me dijo. No le creí, pensé que era un chiste y le contesté: ‘Bajá un cambio y respirá hondo. ¿Qué me estás diciendo?’”, sitúa la mamá.

Minutos más tarde, Mirta recibió un nuevo llamado: “Era de la comisaría. Me dijeron que a mi hijo lo habían asesinado en un intento de robo. Nuestra desesperación fue terrible. Era lunes, y el sábado y el domingo habíamos estado con él”.

“Nosotros somos gente de trabajo. Nunca nos metimos con nadie. Veíamos esas cosas por televisión y rogábamos que no nos pasara a nosotros. Nos pasó y desde entonces ya no vivimos. Fue demoledor para nuestra familia”, sostiene la mamá, y sigue: “Fer era un hijo presente. Lo veíamos todos los días o, si no, llamaba. Un día antes que lo mataran había visitado a su abuela. Nos protegía todo el tiempo”.

La hipótesis de Gerardo Mohoraz, fiscal a cargo de la UFI 6 del Departamento Judicial Lomas de Zamora, es que Fernando ni siquiera se resistió y lo balearon igual. Los pocos testigos del hecho dijeron haber escuchado una frenada repentina y el sonido del disparo.

Se cree que la víctima no se dio cuenta de que lo venían siguiendo para robarle y que, al encontrarse de frente a los delincuentes, se asustó y frenó de golpe. Ante esa reacción, los motochorros dispararon.

“No tenemos rencor. Ellos sabrán por qué lo hicieron. Queremos la máxima pena que corresponda y que Fer pueda descansar en paz”, menciona Mirta, y concluye: “Todos estamos con psiquiatra, medicados. Esto nos quebró. El dolor es terrible e interminable. No se lo deseo a nadie, ni a los asesinos”.

 

Visitas: 12

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este artículo fue realizado por periodistas profesionales

y cuenta con un autor responsable.

Agradecemos su interés en compartirlo,

pero le solicitamos que lo hagas desde el link original 

Copyright Ⓒ A&CPRODUCCIONES