El miércoles pasado, Bolivia vivió momentos de extrema tensión cuando el ahora excomandante General del Ejército boliviano, Juan José Zúñiga, lideró una insurrección militar que tenía como objetivo derrocar al gobierno de Luis Arce. Los tanques y efectivos bajo el mando de Zúñiga tomaron la histórica Plaza Murillo en La Paz y se dirigieron al Palacio Quemado, sede del gobierno, en un intento de ejecutar un golpe de Estado. Este sería el segundo intento en cinco años, recordando el tumultuoso golpe de Estado de 2019.
La rápida intervención de las fuerzas policiales impidió que el golpe prosperara. Juan José Zúñiga fue detenido y enfrentará un juicio por su accionar, además de haber sido destituido de su cargo en las Fuerzas Armadas. Este incidente ha desatado una ola de reacciones y cuestionamientos sobre la estabilidad política y militar en Bolivia.
En una entrevista concedida el lunes anterior al programa «No mentirás», Zúñiga dejó entrever su postura radical y sus intenciones. Durante la entrevista, cuando se le preguntó sobre la posibilidad de que Evo Morales volviera a la presidencia en 2025, Zúñiga fue contundente: «No creo que lo sea. Legalmente está inhabilitado. La Constitución política dice que no puede ser Presidente más de dos gestiones y el señor ya ha sido reelegido tres, cuatro veces».
Zúñiga expresó su firme oposición tanto a Evo Morales como al actual gobierno de Luis Arce, ambos del Movimiento al Socialismo (MAS). «El Ejército y las Fuerzas Armadas tienen la misión de hacer respetar, de cumplir la Constitución política del Estado. Ese señor no puede volver a ser Presidente de este país», afirmó. Además, anticipó que utilizaría «todas las herramientas y todos los instrumentos» previstos en la Carta Magna de Bolivia para impedir el regreso de Morales al poder.
La retórica de Zúñiga durante la entrevista fue marcadamente beligerante. «Somos un brazo armado de la Patria y vamos a defender a toda costa la Constitución política del Estado, los altos intereses de la Patria», subrayó el militar, quien ya había sido desplazado de su carga el martes, un día después de la emisión de la entrevista.
Incluso, llegó a admitir que el Ejército podría detener a Evo Morales «si el caso amérita». Sin embargo, intentó suavizar sus palabras afirmando: «No es una amenaza con las armas, para nada, simplemente nosotros vamos a hacer cumplir la Constitución, tendremos nuestras formas».
El tipo de amenazas hechas por el Comandante General del Ejército, Juan José Zúñiga, nunca se dieron en democracia. Si no son desautorizadas por el Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas, Ministro de Defensa, Presidente y Capitán General de las Fuerzas Armadas, se comprobará… pic.twitter.com/WPCOX5ExyO
— Evo Morales Ayma (@evoespueblo) June 25, 2024
La destitución y arresto de Juan José Zúñiga han generado una mezcla de alivio y preocupación en Bolivia. Por un lado, se evitó un golpe de Estado que podría haber sumido al país en una crisis aún más profunda. Por otro, la acción ha puesto en evidencia las tensiones latentes entre sectores del Ejército y el gobierno actual.
Tras la publicación de la entrevista y los eventos subsecuentes, Evo Morales utilizó su cuenta en X para denunciar las acciones de Zúñiga, aumentando la presión sobre las Fuerzas Armadas y el gobierno de Arce para tomar medidas drásticas contra los responsables y prevenir futuros intentos de insurrección. .
Este incidente resalta la fragilidad del panorama político en Bolivia, donde la sombra de los golpes de Estado y la intervención militar sigue presente. La destitución de Zúñiga y su enjuiciamiento podrían ser un punto de inflexión para fortalecer la democracia y asegurar que las Fuerzas Armadas respeten el orden constitucional. Sin embargo, la situación exige una vigilancia constante y una gestión política que promueva la reconciliación y la estabilidad en el país.
Visitas: 5