Por Hector Acosta 
La Unión Tranviarios Automotor (UTA) ha desatado la furia de millones de usuarios de transporte público al confirmar un paro de colectivos para el próximo martes 5 de marzo en el interior del país. En una decisión que amenaza con paralizar las actividades de miles de personas, el gremio anunció que la medida de fuerza se extenderá por 24 horas.
La indignación se ha apoderado de la población tras la falta de acuerdo paritario entre la UTA y las cámaras empresariales, llevando a la ruptura de la conciliación obligatoria. «¡Basta de abusos! ¡Basta de jugar con nuestras necesidades!», claman los afectados mientras se preparan para enfrentar un día de caos y dificultades.
La Asociación Argentina de Empresarios del Transporte Automotor (AAETA) confirmó la noticia a través de las redes sociales, señalando que no hubo entendimiento en la audiencia celebrada en la Secretaría de Trabajo. «Finalizó la audiencia… y finaliza la conciliación obligatoria. UTA llama a un paro de 24 horas para el próximo 5 de marzo», sentenciaron, provocando la consternación generalizada.
La tensión se agudiza con la proximidad de la medida de fuerza, que coincide estratégicamente con el fin de la instancia de conciliación obligatoria y precede a una próxima convocatoria para el 7 de marzo. «En atención al vencimiento del período de conciliación laboral impuesto, y tras dos meses sin ofrecimiento salarial alguno y a la profundización del conflicto, informamos que se ha resuelto la adopción de una medida de acción gremial», expresaron desde el gremio, avivando el fuego de la incertidumbre.
A pesar de este panorama desolador para los usuarios, el Gobierno nacional ha dado un paso que ha avivado aún más el descontento popular. El martes, mediante la Resolución 15/2024, se oficializó la actualización de los costos de transporte en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) en un 29%, en un intento por reducir los subsidios.
Esta medida, que incluye la consideración de diversos parámetros como precios de combustibles, repuestos, mantenimiento, neumáticos, amortización de unidades y costos laborales, no ha logrado calmar los ánimos de una ciudadanía que se siente abandonada y manipulada por las decisiones de los poderosos.
En medio del caos y la incertidumbre, los ciudadanos se ven obligados a buscar alternativas para movilizarse, mientras la sombra de la paralización del transporte público planea sobre ellos, recordándoles la fragilidad de su cotidianidad en manos de intereses ajenos a sus necesidades.
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