El 9 de noviembre, Potrero de los Funes elegirá a su próximo intendente y concejales en los últimos comicios del calendario electoral provincial. Serán seis las candidaturas al Ejecutivo municipal y siete listas para el Concejo Deliberante, en una contienda marcada por la Boleta Única de Papel y la fragmentación de espacios políticos.
A diferencia del resto de los municipios de San Luis, Potrero no adhirió ni a las elecciones provinciales del 11 de mayo, ni a las nacionales del 26 de octubre, lo que lo convierte en un distrito con pulseada propia y alto voltaje político.
Los candidatos en juego
El oficialismo provincial competirá bajo la alianza Ahora San Luis, que lleva como postulante a Ignacio “Nacho” Olagaray, actual presidente del Concejo Deliberante. La lista legislativa estará integrada por Cristina Vallejo, Martín Villegas Elorza y Lilia Barroso Ferreyra.
En la vereda del peronismo habrá dos expresiones:
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El Frente Justicialista, que apuesta a la reelección del intendente Damián Gómez, con María Andrea Gerez, Hernán Sosa Araujo y Gimena Sobejano en la lista de concejales.
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Fuerza Patria, que postula a la actual edil Guadalupe Arrascaeta, acompañada por Jorge Morán, Patricia López y Alejandro Anania.
Por fuera, aparece la alianza Potrero Activo, que busca el regreso del ex intendente Daniel Orlando al Ejecutivo, acompañado por David De La Reta, Navila Bustos Zúcaro y Carlos Lucero Muñoz como aspirantes al Concejo.
Los partidos en solitario también dijeron presente:
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El Movimiento Vecinal Potrero de los Funes, con Tomás Sarmiento como candidato a intendente y Francisco Artese, Claudia Panza y Malco Grosso como postulantes legislativos.
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El Movipro, que presenta a Alfredo Stagnitta para el Ejecutivo y a Andrea Lizaso, Germán Castro y Velia Ávila para el Concejo.
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El GEN, que competirá únicamente con lista legislativa integrada por Adolfo Funes, Valeria Nordemann y Marcos Sánchez.
Una elección con peso político propio
Con seis aspirantes al Ejecutivo y un mosaico de siete listas legislativas, Potrero de los Funes se convierte en un microclima electoral que pondrá a prueba fuerzas locales y provinciales.
El resultado tendrá una lectura política inevitable:
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Para el oficialismo, se trata de revalidar poder en un municipio turístico clave.
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Para el peronismo, dividido en dos frentes, será un examen de resistencia y capacidad de articulación.
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Para los partidos vecinales e independientes, la apuesta pasa por colarse en la discusión grande con propuestas de cercanía.