Por Redacción 
La vicepresidenta celebró el Día de la Independencia en la Casa Histórica y marcó presencia institucional, a diferencia del presidente, que no viajó por la neblina.
Victoria Villarruel eligió estar donde debía: en Tucumán. Mientras el presidente Javier Milei decidió no viajar a la vigilia por la neblina en el AMBA, la vicepresidenta participó de los actos oficiales por el 9 de Julio en la provincia donde nació la independencia argentina.
“Estoy muy contenta de estar acá. Vine como vicepresidenta y como argentina”, expresó Villarruel al llegar a San Miguel. Visitó la Casa Histórica y se mostró cercana a la comunidad tucumana, subrayando que tiene lazos personales con la provincia: “Tengo muchos amigos acá. Me siento en casa”.
Con sobriedad institucional, evitó entrar en polémicas tras la decisión de Milei de cancelar su participación. “No quiero polemizar”, respondió ante las consultas por los dichos del presidente contra los gobernadores, a quienes acusó de querer “destruir al Gobierno nacional”.
La titular del Senado se diferenció con un gesto: viajó, se mostró y habló con los medios, especialmente con el periodista Nicolás Munafó de C5N, en el marco del programa De Una.
“Acompañar al pueblo tucumano es lo que corresponde. No sólo por mi rol, sino por la historia que nos une con esta tierra”, sostuvo.
El contraste fue evidente. El presidente Milei no estuvo presente en los actos conmemorativos, escudándose en la niebla que afectó vuelos en Buenos Aires. La decisión generó críticas en redes sociales y en sectores políticos, ya que el Día de la Independencia representa uno de los actos más importantes del calendario nacional.
Villarruel, sin embargo, ocupó el espacio simbólico y se mostró alineada al mensaje institucional. No hubo referencias al escándalo con los mandatarios provinciales ni a la tensión entre Casa Rosada y las provincias. Pero el silencio también comunica.
En tiempos de grieta, presencia es mensaje. Y en Tucumán, la vicepresidenta eligió representar la figura de un Estado presente, sin ruido, pero con gesto político claro.